Con este primer libro comenzamos una colección dedicada al desarrollo de las herramientas y la enseñanza de la litigación. Se trata, pues, de una colección de estudios y manuales “prácticos”. Preocuparse de lo práctico significa ocuparnos del meollo de la disciplina del Derecho Procesal Penal. Aprender a litigar es una parte importante del arte de la Abogacía. Pero lo es en un doble sentido. Por una parte, argumentar y debatir, construir el caso frente al tribunal, convencer a los jueces, mostrar con claridad los valores en juego, son elementos de la técnica de litigación. Pero existe también otra dimensión vinculada con la gestión del conflicto, centro y razón de ser de la formalización judicial. Allí la litigación cumple una función política central, porque se trata de que los diferentes intereses en juego se institucionalicen, a través de las formas judiciales. En esta dimensión lo judicial debe ser parte del “diálogo democrático”, de la tarea permanente de dar cauce a todos los intereses en juego, generando espacios para que el argumento, las razones, las pruebas cumplan una función central.