Quien repase estas páginas verificará no solo que tampoco hubo un único pensamiento criminológico, sino que, por el contrario, su multiplicidad es asombrosa. Muy preciso resulta el uso de historias, porque evocan lo que tiene vigencia presente, y, por cierto, nada de lo que aquí se menciona ha desaparecido, porque en criminología nada muere sino que, simplemente se transforma y reaparece en diferente atuendo. Nadie crea, pues, que está leyendo curiosidades del pasado, pues se halla ante entes bien presentes, algunos hoy increíblemente rejuvenecidos. Las historias de la criminología son las historias de la exclusión, de los genocidios, del racismo, de todas las discriminaciones con las que los seres humanos trataron de jerarquizarse, como también las de todas las respuestas con que se quisieron contener o deslegitimar todos esos crímenes y aberraciones. Sin lugar a dudas que, en el medio nacional y latinoamericano, esta obra tendrá amplia difusión. El estilo es ameno, pese a la inevitable densidad del tema. El autor, con buen criterio, matiza el texto con referencias que ponen de manifiesto su amplia cultura general. Pero, por sobre todo, se trata de una obra que estábamos esperando hace mucho porque la necesitábamos desde mucho antes.